viernes, 24 de agosto de 2007

La manzana (el comienzo)

Soy un bloguero novato. Estudiante de literatura a tiempo completo. Mi vida gira alrededor de una familia normal, aunque a veces no tanto. Con un trabajo de gobierno no menos claro que los demás. El mismo es oscuro y no es regocijante, me hace tener pesadillas que a diario me invaden en todos los sitios. No soy un ciudadano pesimista (creo), aunque mi familia piense lo contrario. Entiendo, y ustedes juzgarán que el nombre de mi blog lo escojo por el clima sofocante, asfixiante, enajenante y todos los ante posibles que se me quedaron por mencionar. Es un tributo al puertorriqueño dócil de J. L. González, al ciudadano insano de Winter y al ser humano "light" que perecerá. Hablo de la desorganización, la muchedumbre-ganado, el político desvirtuado y crucificado por el mismo. Sería gracioso observarlos trabajar como hormigas (perdón por el simil), pero inolvidable sería verlos soltando el poder que los legitima burdamente. La realidad es otra, mis ojos no soportan la manera en que ataca y se mueve. No sé quien dijo que la vida no es muy seria con sus asuntos, tuvo que haber vivido en Puerto Rico de seguro para llegar a tan hermosa conclusión.

Presumo que la manzana es Puerto Rico. Al primer mordisco puedes sentir la arenosidad de la pulpa en tu boca, una acción similar sería hundir los pies en alguna de nuestras playas perdidas. Segundo, la dulzura del jugo de la fruta que recorre tu boca calma esa sed urgente; los manantiales en la isla están secos y nos venden el agua en botellitas muy pintorescas que compramos a diario a 1.07 dólares (gracias, ivu no consultado). Tercero, después de disfrutar la manzanita la revientas en el piso, la escupes y la pisoteas sin recordar que carajo fue lo que te alimentó.

Reflexiono y lo único que viene a mi mente son las imágenes de una sociedad enferma, dispuesta a lanzarse por el abismo cuando el líder principal le calienta los pensamientos. Una comunidad que dejó el respeto a la vida justo en la alfombra que pisan para sacudirse los zapatos en alguna entrada perezosa. Inmersos en un consumo grosero y salvaje que nos hace olvidar lo que fuimos ayer. Ni mencionar el gobierno, que hoy día parece que se fue de viaje. Éste, amenaza finamente a los gobernados sin ningún respeto, no los consulta en la toma de decisiones y se muestra vacilante ante los problemas reales, un mal necesario ya alguien los había definido. Después de ver videos de brutales asesinatos, escamoteo político, cultura lobotomizada y sociedades hendidas; con todo el poder que yo mismo me confiero los declaro unos oclócratas. Ya pueden andar como semifusas.

1 comentario:

Miranda Merced dijo...

Sin olvidar los que salen exonerados en nuestros tribunales...